En el mundo islámico, el baño público o hammám es uno de los centros
principales de la vida social. Actividad de carácter ritual, la higiene
del cuerpo era considerada un acto de purificación religiosa. Sin
embargo, el baño era también un lugar de reunión, de descanso y de
relación.
En las ciudades islámicas había numerosos baños públicos.
Estos eran usados tanto por hombres como por mujeres, en rigurosos
turnos desde la madrugada hasta las primeras horas de la tarde.
En
general, los baños árabes solían contar con distintas estancias, como
vestuario, las salas de agua fría, templada y caliente, y el hornillo.
La sala principal, que ocupaba el centro, era la templada. Es también la
estancia más grande, y donde la gente pasaba mayor cantidad de tiempo.
En
la sala central, a la que se accedía tras pasar por las salas de masaje
o sudoración, se descansaba, se bebía o se daban los últimos retoques
de maquillaje o peinado.
La decoración de las estancias se componía
de motivos geométricos, que daban un aire sencillo y acogedor al
recinto. A ello contribuía la iluminación, producida de modo indirecto a
través de varias pequeñas aberturas en el techo, en forma de estrella.
En origen cubiertas por vidrios coloreados, dejaban pasar una luz tenue y
matizada, creando un ambiente de paz y tranquilidad. --
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