El hammam es mas que un lugar de baños, es una tradición árabe que ha llegado a nuestros días y hoy podemos disfrutar en muchos países a los que visitemos. En el caso de España, tienen una fuerte presencia en Andalucía, pero también puedes encontrarlos en otros puntos del país.
Históricamente los hammams estaban ubicados en las cercanías de las mezquitas de barrio de la madīna andalusí. La relación del baño con la mezquita es obvia y permite establecer una vinculación efectiva entre hammām y masŷid o mezquita, concebidas ambas como instituciones de carácter religioso.
La doctrina musulmana impone un riguroso ritual destinado a garantizar la pureza corporal y espiritual (tahāra) de los creyentes antes de hacer la oración (salāt): la ablución mayor que implica el lavado completo del cuerpo (gusl) y que se realiza en los baños; y la menor (wudū’) efectuada en el interior de la mezquita, ya sea en la fuente de su patio, ya en instalaciones destinadas a tal efecto (dār al-wudū’ o “casa de las abluciones”) y que sirve para suprimir el estado de impureza leve. Es esa la razón que explica la cercanía de los baños con respecto a las mezquitas.
¿Cómo distrutar de un hammam?
Hoy en día la mayoría de los hammams tienen instalaciones preparadas para recibir a visitantes de ambos sexos. Cosa impensada en los originales, por supuesto. En otros países, y en los hammams mas tradicionales en España, mujeres y hombres tienen distintos horarios para poder utilizar los baños.Lo primero que te vas a encontrar cuando visites alguno de los hammam andaluces es con un edificio singular. Algunos ocupan el espacio original, y otros reproducen la estética y la distribución de aquellos hammams de siglos pasados. Cúpulas decoradas que dejan escapar la luz, salas divididas por pasillos, decoración árabe, mosaicos, patios, fuentes, agua que corre, iluminación tenue, perfume de esencias y flores. Es que la experiencia del hammam involucra a todos los sentidos, además de la limpieza del cuerpo, es el relax del espíritu.
Seguramente, si has recorrido algún país árabe, habrás visto el conjunto de cúpulas que identifica a un hammam en pleno centro, en pequeños pueblos, o hasta en poblaciones perdidas por ahí. En Marruecos, Jordania o El Líbano, los hombres deben cubrirse la cabeza para estar dentro de los baños, y las instalaciones dedicadas a la belleza y aseo de las barbas y bigotes, es digna de ver.
Con el precio de la entrada tienes derecho a hacer uso de todas las instalaciones, piscinas, vestuarios, duchas, salas de relax, salas de vapor, etc. Casi todos los hammams tienen programas especiales con aromaterapia y masajes de todo tipo. Es habitual también que haya una tetera siempre llena de buen té con hierbabuena para que te sirvas a gusto.
Sólo tienes que llevarte un bañador y calzado de playa para desplazarte por las instalaciones. Por lo general las toallas están incluidas en el precio, pero no los albornoces por lo que si eres un poco tímido, llevate el tuyo.
El circuito de un hammam típico comienza con una ducha ligera para internarte en una piscina de agua templada a la temperatura corporal (unos 36grados) para que te saques el estrés de la calle y comiences a relajarte. De allí puedes optar por el camino cálido o el frío. Es una forma de decir porque el recorrido te llevará a probar tanto las aguas calientes como el shock del frío que descongestiona y estimula la circulación.
Encontrarás jabones naturales para usar en las duchas entre una piscina y otra. Si bien el sudor es parte del proceso de depuración y limpieza, el aseo completo y profundo es una de las condiciones para disfrutar de la experiencia el hammam. Además tu piel quedará como la seda.
Las salas de relax, con tumbonas o sillones para que descanses un rato, están a un paso. Siempre con una mesita y el consabido té, que te inunda por dentro de fragancias y sabores. Es importante que las uses, la relajación, el dejar pasar el tiempo y si cabe, la tertulia, es parte del tiempo y proceso de disfrutar un hammam y salir de allí como nuevo.
Seguramente, si has recorrido algún país árabe, habrás visto el conjunto de cúpulas que identifica a un hammam en pleno centro, en pequeños pueblos, o hasta en poblaciones perdidas por ahí. En Marruecos, Jordania o El Líbano, los hombres deben cubrirse la cabeza para estar dentro de los baños, y las instalaciones dedicadas a la belleza y aseo de las barbas y bigotes, es digna de ver.
Con el precio de la entrada tienes derecho a hacer uso de todas las instalaciones, piscinas, vestuarios, duchas, salas de relax, salas de vapor, etc. Casi todos los hammams tienen programas especiales con aromaterapia y masajes de todo tipo. Es habitual también que haya una tetera siempre llena de buen té con hierbabuena para que te sirvas a gusto.
Sólo tienes que llevarte un bañador y calzado de playa para desplazarte por las instalaciones. Por lo general las toallas están incluidas en el precio, pero no los albornoces por lo que si eres un poco tímido, llevate el tuyo.
El circuito de un hammam típico comienza con una ducha ligera para internarte en una piscina de agua templada a la temperatura corporal (unos 36grados) para que te saques el estrés de la calle y comiences a relajarte. De allí puedes optar por el camino cálido o el frío. Es una forma de decir porque el recorrido te llevará a probar tanto las aguas calientes como el shock del frío que descongestiona y estimula la circulación.
Encontrarás jabones naturales para usar en las duchas entre una piscina y otra. Si bien el sudor es parte del proceso de depuración y limpieza, el aseo completo y profundo es una de las condiciones para disfrutar de la experiencia el hammam. Además tu piel quedará como la seda.
Las salas de relax, con tumbonas o sillones para que descanses un rato, están a un paso. Siempre con una mesita y el consabido té, que te inunda por dentro de fragancias y sabores. Es importante que las uses, la relajación, el dejar pasar el tiempo y si cabe, la tertulia, es parte del tiempo y proceso de disfrutar un hammam y salir de allí como nuevo.
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